
Ustedes recordarán a un ilustre político romano llamado Catón. Cuando terminaba un discurso, tuviese que ver con el tema que tratara o no repetía siempre la misma frase: “y además -decía- creo que hay que invadir a Cartago”. Otro fiolósofo adoptó la misma costumbre. Otto Liebman finalizaba cada discurso afirmando “Y además creo, hay que volver a Kant”. Sin pretender compararme con tan ilustres personalidades pido licencia a la tácita comprensión del auditorio para parafrasear a un querido profesor, el Dr. Angel Cappelletti., cosa que hice en la primera conferencia, y repetiré en ésta. De allí que hiciera esta referencia a Catón y a Liebman.
Decía el querido Maestro respecto de la indiferencia con que se considera a las culturas de oriente, que con tal desinterés “nos mutilamos conscientemente de media humanidad, tal como sucedió con el voto universal, declamado por todos pero, con medio género humano fuera de él, el género femenino”
De este modo expresamos nuestro sentir respecto de las creencias de aquellos pueblos, considerándolas fruto del saber de la humanidad.
El tema que vamos a desarrollar hoy es “la influencia del pensamiento primitivo de India y China en el Budismo”, y justamente en esta cuestión es donde más claramente podemos apreciar el aporte intelectual del hombre de cada época y de cada pueblo en la construcción de una religión, de una filosofía, de un saber.
En primer lugar me gustaría aclarar el término religión para después poder señalar cuales elementos lo forman, según las opiniones de los mas destacados investigadores.
La mayoría sostiene que el término religión deriva del latín “religare” –atar- como si se tratase de la ligazón entre la deidad y el hombre. Y esta definición inexacta es la que ha cobrado mayor vigor y de haberlos interrogado seguramente todos ustedes hubieran contestado de esta manera, como yo lo hubiere hecho también . Esta definición se adapta perfectamente para señalar una religión teísta, pero preguntémonos con quien se ligan los que practican religiones que, como el budismo, no son teístas.
En este caso debemos pedir auxilio a la lingüística que nos puede aclarar que el término religión deriva del latino “relegere” – cuidado meticuloso. Para definirlo mejor comparémoslo con su antónimo: “relegere” se opone a “neglegere” de donde deriva “negligencia”- descuido. Por lo tanto religión es “tener cuidado meticuloso de algo”. Ese “algo” es el elemento que estamos buscando, que debe ser común a todas las religiones sean estéticas o teístas. Para que aparezca diáfano ante nuestros ojos nos imponemos esta tarea de revisar el pensamiento primitivo de India y de China.
Ya señalamos en la primera conferencia que “el budismo no nació bruscamente sobre un suelo virgen”
frase que tomamos de Juan Marín. Veamos ahora cómo estaba compuesto tal “suelo”.
Si bien la evolución de la humanidad suele cumplir las mismas etapas, son diferentes en India que en China porque e esta última civilización se desarrolló en forma estanca, sin influencias extranjeras; el caso contrario es el de India. Por tal motivo los veremos por separado.
India:
Los primitivo habitantes de la India, como cualquier pueblo en el mismo estadio evolutivo ha logrado conformar un grupo social porque ha tenido los escrúpulos de no matar a los de su propio grupo y ha limitado su apetito destructivo dentro del grupo. Este ha sido el primer "algo" de lo que se ha tenido un cuidado meticuloso. Estos escrúpulos, los antropólogos lo designan con el término polinesio “tabú” (que significa sustraer del uso corriente).
Además, al igual que los niños, atribuyen al mundo que los rodea pensamientos, pasiones y hasta formas iguales a las propias. Este "sentimiento" (aunque creo mejor llamarlo "conviccón") que los antropólogos llaman “animismo” es muy difícil de abandonar, por ejemplo podríamos decir que “ha dejado huellas en nuestro lenguaje”, este es un modo animista de hablar, como si el animismo fuera un duendecillo que caminó sobre el barro del lenguaje dejando la marca de sus pies, como señala muy acertadamente Salomón Reinach. Las personificaciones de la poesía son una supervivencia de tal animismo.
Este segundo elemento que señalamos, el animismo, al combinarse con el anterior, el tabú, dio origen a la separación de determinado animal o planta del resto del mundo para asimilarlo al grupo (o mejor dicho como regente del grupo). Esta identificación es nombrada por los antropólogos con un término que usaban ciertas tribus de indios de norteamérica: “totem”(es una deformación del término otam: marca o insignia)
De este modo encontramos como primera manifestación religiosa el totemismo (culto a ciertos animales o plantas)
Este totemismo está presente en todos los pueblos, en todas las religiones: así la paloma que representa al Espíritu Santo es un totem sirio, al igual que el pez con el que se identificaron los primeros cristianos.
El elemento que nos falta nombrar para establecer una religión es el sacerdocio.
Si el hombre no hubiese tenido freno en su desarrollo totémico, las prohibiciones o tabúes hubiesen crecido de tal manera que hubiese sido imposible de desarrollarse la civilización como hoy la conocemos, el hombre se habría paralizado así mismo. Dice Reinach: “el origen de estos escrúpulos religiosos no es ciertamente racional; hijos del miedo, fruto de generaciones prematuras y de asimilaciones arbitrarias, como las que a diario hacen los niños, los tabús son abundantes y rigurosos. La idea cara para el siglo XVIII, del salvaje libre y emancipado de toda sujeción, es irreconciliable con los datos más elementales de la etnografía. El salvaje libre de Rousseau no es un verdadero salvaje; es un filósofo que se ha desnudado”.
También se equivocaron los pensadores del siglo XVIII (especialmentee Voltaire y Rousseau) al considerar a los sacerdotes como embaucadores y oportunistas.
Sin la labor de reglamentación de los tabúes, el hombre hubiese quedado atrapado en una red de prohibiciones que abarcarían temas como la alimentación, el matrimonio, la educación de los hijos, la higiene, el destino de los cadáveres, etc., etc. De esta labor de establecer reglas respecto de lo que está permito y lo que no, derivan los códigos de Hammurabi, de Manú y los Vedas.
Los Vedas, de Vid (saber) son himnos que datan del 1500 al 1000 A.C., fueron compuestos por los invasores Arios. Los dioses no guardan una jerarquía, son tres cofradías de once miembros cada una que se reparten entre cielo, tierra y región intermedia (es importante señalar que este número, el 11, es el que relaciona cielo y tierra en la concepción china). Señala Max Müller que ya se delinean las cuatro castas, la de los sacerdotes, la de los guerreros, la de los trabajadores y labriegos, y la de los conquistados, los indígenas.
Los Brahmanas (800 años AC ) son una explicación en prosa de los himnos védicos hecho por los sacerdotes que ya comienzan a insinuar una rivalidad con la casta guerrera.
Los Upanishads (sesiones) son especulaciones teosóficas fundadas en los Vedas.
Del seno de la clase guerrera surgieron dos reformadores: Mahavirá, fundador del Jainismo; y Gautama, fundador del Budismo. Ambos hostiles al ritualismo brahmánico, ambos sostienen aunque de distinta manera la teoría de las re-encarnaciones, pero se diferencian fundamentalmente en que el jainismo da gran valor a las prácticas de ascetismo, llegado a la crueldad con la propia persona; mientras que el budismo toma el camino del medio y es, al decir de Reinach, “todo dulzura”.
China
Revisemos los elementos religiosos en China, siguiendo la evolución de la concepción de espacio y tiempo como hace Orta Nadal.
En el Shun-tien, Cannon de Shun (último de los cinco emperadores, circa 2233 –2184 AC) del “Libro de los Escritos” hay una referencia a una Asamblea donde los nombres son altamente llamativos: Pino rojo, Oso, Tigre, Dragón de una pata. El propio hermano de Shun se llama Elefante (Hsiang).
Dice James Legge que parece una asamblea de indígenas norteamericanos. Aquí es donde vemos aparecer el elemento totémico.
Cuando se produce la Revolución del Neolítico, el paso de recolector de alimentos a productor de alimentos, las concepciones de pueblos nómadas cazadores son insuficientes para la nueva etapa de evolución social, por lo tanto se agregará el culto a la tierra. Este doble culto al cielo y a la tierra , según los antropólogos, obedecen a la antinomia principal macho – hembra, que se pone de manifiesto en los festivales de primavera donde la unión sexual era libre, dicen Granet M. y Fitzgerald, C.
Juan Marín relata la costumbre de separar a los hombres (cultivadores) de las mujeres (tejedoras de seda), que ocurrió en varias culturas que adoraban a la floración o solsticio de primavera. Así Adonis y Afrodita (Grecia), Taumuz e Istar (Persia), Osiris e Isis (Egipto), Atis y Cibeles (Frigia), Ormuz y Ahrimán (Irán), etc.
Esta cultura agraria que comienza en la revolución del neolítico está definitivamente consolidada en la edad del bronce (2000 AC). Para esta época en China gobierna la Dinastía Shang , y esta revolución urbana dará por necesidad la creación de una compleja cultura, la creación del calendario y la ciencia astronómica, la invención de la escritura y la formación del Estado. El hombre comienza a tomar conciencia de sí y de su lugar entre cielo y tierra, nace así la concepción trinitaria, el “árbol del mundo” (Tao o Do como camino)
Del matrimonio cielo y tierra nace el hijo (atmósfera) que realiza la hazaña de separar a sus padres elevando al cielo hasta el lugar que ocupa en lo alto.
En el mito chino es Tchong-Li, Shu en Egipto, Atlas en Grecia.
Este mito es rastreado por Imbelloni en documentos mesopotámicos, textos barhamánicos, teogonía hesiódica, en el fenicio Sanjoniatón, en los códices mexicanos y en la mitología de los polinesios.
Tanto chinos como coreanos representan este sostén con una columna sobre las espaldas de una tortuga y este “árbol del mundo” es eje, gnomon y camino (Tao, en chino, Do en coreano y en japonés).
La palabra Rey (Wang) se escribe con un signo compuesto de tres trazos horizontales y uno vertical, según los sinólogos representan al cielo, al hombre y a la tierra, unidos por el trazo vertical que representa al rey.
En ésta concepción trinitaria se basa el taoísmo que fundamenta su moral en el principio Wu Wei o no-acción. No se trata de un quietismo absoluto, sino de un actuar conforme a la naturaleza, conforme al Tao; sin embargo esta negación del accionar humano preparó a la mentalidad china para aceptar la negación del mundo que propuso mas tarde el budismo.
Según el Teh, virtud del Tao, el centro del Tao está inmóvil, mientras que yin y yang están en constante movimiento. Desde un punto de vista psicológico creó un tipo de pensamiento introvertido y extremista
Algunos eruditos lo comparan con el pensamiento de Nietzche o de Berard Shaw.
Compartimos a medias esta observación del Profesor Cappelletti, ya que Friedrich Nietzche (1844-1900) alzó su voz no sólo contra el positivismo de su época, sino también contra el naturalismo, en especial en sus llamados segundo y tercer período (1877-1883) donde exalta la figura humana y elabora la doctrina del Superhombre.
Quizás encontremos un referente en el italiano Roberto Ardigó (1828-1920) creador de un positivismo naturalista. O en el inglés Herbert Spencer (1820-1903) quien elevó la teoría de la evolución de un campo unitario a toda la realidad. Menciono a estos dos autores porque hicieron un importante aporte a campo pedagógico, y presumo que por ello son mas conocidos que otros filósofos que sólo escribieron para eruditos de su propio campo.
Pero sólo un autor merece compararse a la doctrina taoísta; en toda su concepción es taoísta, en la crítica social, en la defensa del campesino y en la ética fundamentada en una religiosidad colectiva y natural. Me refiero al ruso León Tolstoi (1828-1911). De todas maneras este pensamiento introvertido favoreció la aceptación de la práctica de la meditación budista.
El enemigo del budismo en China fue el confucionismo.
Confucio, magistrado de la corte Chou, igual que LaoTse, servía, en cambio, a los intereses de los conquistadores de los Shang. Por ello su fundamentación teórica radicaba en la distribución del espacio militar. El ejército chino se distribuía en cuadrados. De allí deriva la concepción cuaternaria: El Cannon de Yao o de la Emperatriz Wu divide al plano terrestre en los cuatro puntos cardinales, a cada punto cardinal le corresponde un color y una cualidad moral (por este motivo se llaman virtudes cardinales) : al Sur le corresponde el negro y la sabiduría, al Norte el rojo y la honradez, al Este el verde (o azul) y la bondad y al oeste el blanco y la justicia.
Cuando a ésta concepción se le agregó el centro aparece la imagen del Ming T’ang o altar del cielo. Residencia para el soberano para que se estableciera en cada momento en el lugar propicio. Esta, la quinaria, fue la concepción del confucionismo y la doctrina de los funcionarios.
Marcel Granet, sostiene que el budismo penetró desde muy temprano en China y nada tiene que ver el mito del sueño del Emperador Ming-Ti ( año 61).
Durante los siglos II y III D.C., un conjunto de causas sociales y económicas llevaron a la caída de la dinastía Han, provocando la desunión política y la invasión extranjera. El vacío filosófico creado por el colapso del confucionismo Han fue resuelto por el ya milenario taoísmo y por la llegada del budismo.
La mente china ya estaba preparada para recibir la primera doctrina extranjera y para asimilarla y enriquecerla teóricamente. Fue adoptada de tal manera, que hoy el budismo ha casi desaparecido de India, donde nació pero se halla firmemente arraigado en la cultura china, coreana y japonesa.
De este modo finalizo mi exposición de hoy, les agradezco a todos que se hayan tomado la molestia de venir a esta hermosa Facultad de Humanidades de Rosario, que hayan escuchado tan paciente y respetuosamente mi exposición y cedo la palabra al Reverendo Shudo Ijiri, Prior del Templo de Argentina de Nichiren Soshu, quien les hablará sobre el Budismo Verdadero. Muchas Gracias.
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